jueves, octubre 25, 2007



LA LEY EN SANTO TOMÁS DE AQUINO



En toda comunidad de seres libres que tienen dominio sobre sus actos, es necesaria la existencia de una norma que indique en que sentido debe orientarse esa actividad libre, de modo tal de indicar el sentido que se necesita para alcanzar la finalidad para la cual esos individuos han decidido vivir en comunidad. Ahora bien, este primer argumento viene a comprobar una vez más la existencia patente y potencia del alma racional como lo es la libertad humana y la capacidad del hombre de elegir libremente entre las posibilidades que conoce y desea, sin estar determinado por ninguna. Justamente porque el hombre es libre y puede incluso elegir una alternativa que no se oriente al bien personal o al bien común de la sociedad política, es que debe existir este marco regulatorio que emane de la razón y se oriente al bien común al que llamamos ley.

Características fundamentales de la ley

La ley debe ser obra de la razón

La ley es una especie de regla o medida de los actos, para lo cual alguien es inducido a actuar o impedido de actuar. La razón es regla y medida de los actos humanos puesto que es el primer principio de los mismos, puesto que la razón: ordena los actos hacia el fin debido, así queda establecido que la ley es algo que pertenece a la razón.

La ley debe ordenarse siempre al bien común

Así como la razón es principio de los actos humanos, así también en la razón hay algo que es principio respecto de todos los demás actos, por lo cual es necesario que la ley pertenezca a aquello que es lo más principal. El primer principio es el Fin Último, que es en el hombre según el patrono de todas las Escuelas y Universidad del mundo, la felicidad o bienaventuranza. Por la tanto es necesario que la ley se orienta al orden de hacer y conservar la felicidad personal y de la comunidad política. Solo así son legalmente justas las normas, en su orientación al bien común que es una finalidad común, no por comunicación genérica, ni específica, sino por comunicación de finalidad, en tanto que es la natural orientación humana al bien.

¿Es capaz la razón de cualquier particular de hacer la ley?

Ordenar la ley hacia el bien común es tarea de la comunidad o bien de quien hace la representación de esta, por lo tanto legislar pertenece a la comunidad o a la persona pública que tiene al cuidado la comunidad. Ahora bien, la ley se halla en un sujeto no solo activamente (regulando) sino que también pasivamente (por participación, como en sujeto regulado) y de este modo cada hombre sería para sí mismo su propia ley, en cuanto participa del orden establecido por aquel que le incumbe regular.
Ahora bien, Santo Tomás de Aquino se pregunta en “Del Reino” ¿Que conviene más a la ciudad: ser regida por muchos o por un único dirigente? Desde esta pregunta extraemos de la citada obra de nuestro Santo Patrono las siguientes consideraciones que pueden responder:

a) La intención de cualquier dirigente debe encaminarse a procurar la salvación de lo que ha aceptado dirigir.
b) Debe conservar la unidad de la comunidad social que se llama Paz. En cuanto más eficaz sea un régimen para conservar la unidad de la paz, tanto más será útil, pues entenderemos como útil en esta reflexión a lo que mejor lleva hacia el fin. Es más útil para llevar al fin uno que muchos, puesto que en este caso es más posible que uno procure de mejor manera la unidad de la paz de la comunidad, así es más útil el régimen de uno que de muchos.
c) De ningún modo podrían dirigir una multitud muchos si entre ellos disintieran totalmente; nos dice el aquinate que aquí se requiere unidad en la pluralidad para poder regir de algún modo, pues mucho no podrían llevar un barco a puerto si es que no estuviesen unidos de alguna manera. Así se dice que muchas cosas están unidas por aproximación a lo uno, por lo que es más conveniente que rija uno a muchos en cercanía de lo uno.
d) En todo régimen natural es propio que quien dirija sea uno. En el sistema circulatorio: el corazón; en el alma humana: la recta razón; entre las abejas hay una sola reina; en el Universo un solo Dios que es creador y rector de todas las cosas, explica el angélico. Este planteamiento responde a la lógica más pura pues toda multitud proviene de lo uno y toda virtud es mejor si es más una (no ambigua), y es mejor el efecto si es que se asemeja a su causa, tal como el hombre debe esforzarse por seguir el ejemplo de Cristo, el verdadero hombre; y como una obra de arte debe asemejarse a la naturaleza en tanto representación de ella, será más bella en cuanto más se acerque a lo uno. De todo esto se desprende que es mejor lo uno que lo múltiple, y que la comunidad llega de manera más óptima a su fin si es dirigido a él por uno que por muchos.

Definición de Ley

“(…) Un prescripción de la razón, en orden al bien común, promulgada por aquel que tiene el cuidado de la comunidad”

La ley en tanto es impuesta como regla y medida es menester que sea conocida por la comunidad. Así es propio que para que la ley tenga fuerza de obligar, que es lo propio de la ley, debe ser aplicada a los hombres. La aplicación se produce en la promulgación de la ley. Por lo que la promulgación es necesaria para que la ley adquiera su vigor.

Las tres leyes

La ley eterna

El orden político de la ley está inserto en el orden eterno y universal de la creación y la ley humana no es más que una participación de la ley eterna.
a) Es necesario entonces que el mundo esté regido por una divina providencia, pues todo el conjunto del universo está regido por la razón divina que tiene carácter de ley.
b) Esta ley no entiende nada en el tiempo sino que es eterna.
c) El fin del gobierno divino es Dios mismo, y su ley no es otra cosa distinta de ÉL. Por consiguiente la ley eterna no se dirige a otro fin que Dios mismo que es todo el Bien, del cual participan todos los demás bienes, por lo que no puede ser un bien honesto algo que sea contrario a Dios.
d) La ley eterna no es otra cosa que la razón de la divina sabiduría, en cuanto es directiva de todos los actos y movimientos. Precisamente, porque el hombre se mueve dentro de las cosas creadas, la ley humana solo tiene razón y fuerza de ley, en cuanto se conforma con la ley eterna.
e) Toda ley se deriva de la ley eterna en la medida que participa de la recta razón
f) Por otra parte todas las criatura pueden participar de don manera en la ley eterna:

I. Participar de ella porque conoce la misma ley
II. De las criaturas irracionales que están sujetas a la ley y que esta es el principio motor

En el hombre ocurre una doble participación de la ley eterna. Hay un doble sometimiento a ella: de la manera que participa por ser racional y conocer la ley y además participa llevando grabada en su misma naturaleza, cierta inclinación a aquello que es conforme a la ley natural.

La ley natural

El fundamento de la bondad o de la maldad de las acciones humanas tiene su fundamento en la propia naturaleza del hombre.

a) El hombre, ayudado de la razón puede ordenar y sistematizar las reglas y normas del funcionamiento de nuestra propia naturaleza, y a esa ordenación de la razón se le llama ley moral natural o, simplemente ley natural.
b) Ahora bien, podemos definir la ley natural como “(…) el conjunto de reglas o normas que el hombre descubre en su naturaleza y gracias a las cuales es capaz de dirigirse a su fin.”
c) Esta ley se llama natural, no por referencia a los seres irracionales, sino porque la razón que la que la proclama pertenece propiamente a la naturaleza humana. Des esto podemos desprender lo siguiente:

I. La ley natural supone una intrínseca ordenación de las facultades humanas hacia sus propios fines, especialmente de la inteligencia hacia el conocimiento de la verdad, y de la voluntad hacia el bien. Es por eso que las potencias del hombre no son anárquicas sino que se orientan a un fin claro guiado por la razón. Es por eso que cuando el hombre no usa sus potencias superiores rectamente y no las orienta al fin debido, está actuando en definitiva en contra de sí mismo. No está siendo verdaderamente un Hombre.
II. Los preceptos de la ley natural están grabados en la inteligencia y la voluntad de todo hombre. el hombre “advierte”, “estima” instintivamente que: ayudar a sus semejantes, decir la verdad, cumplir la palabra empeñadaSanto Tomás de Aquino, con respecto a la Sindéresis extraída de la ley natural se puede resumir en “Haz y persigue el bien y evita el mal”

domingo, octubre 07, 2007


No hay nada más importante
que la capacidad que tengo
de convertir pensamientos en quebrantos (…)


Benedicto Vidal Ruiz


La biblioteca de Deleuze

A veces pienso que no soy más que un coleccionista y que mi vocación de asertivo puede confirmarlo, esa vocación de alguna vez dar con los ejemplares precisos; además de mis escasos interlocutores, quienes tal vez podrían por virtud, alguna vez, comprender este modo de ser y particular manera de elegir y acumular.
Esto de la colección y la asertividad me trae a la mente una anécdota de todo mi gusto y que hace, a propósito, sentirme en ella representado. Un día Deleuze es visitado por un periodista, el cual tuvo el privilegio de conocer la biblioteca del pensador. Al ver una sala llena de estantes, que llegaban al techo, repletos de libros en tres de sus cuatro murallas, el periodista pregunta muy sorprendido: ¿Señor Deleuze y usted ha leído todos estos libros? A lo que éste responde: ¡No!, solo tres o cuatro, pero con mucho detalle.
Casi todos, salvo un par de anacoretas, siempre esperan la moraleja de las historias para repetirlas a gusto, los que estarán sin duda esperando ésta. Seré condescendiente y me aproximaré a alguna reflexión. Podría entonces decir que se reflexiona acerca de lo que se apetece, de lo que se quiere, de lo que se desea, por lo tanto de lo que se entiende, de lo que se elije, no necesariamente de la totalidad, lo que no quiere decir que no sea bueno tenerla mano para de vez en cuando se necesite, o mejor dicho, para ser fiel a esta reflexión: para cuando se quiera asirla y destruirla.

La totalidad sin duda nos da un confort, un respiro, una tranquilidad, una certeza, una sensación de que lo tenemos todo a la mano, que el todo está ahí, que no falta nada, que todo está completo y en su lugar, es un sentimiento se seguridad frente a la incertidumbre de la existencia. Ahora bien, sobre la base de lo anterior concluyo que no siempre necesitamos del todo, sino como Deleuze de tres o cuatro cosas, pero en profundidad y con detalle.
¿Que más se podría desprender de lo anterior?
A) Que de la totalidad de las cosas muy pocas son importantes.
B) Que hay que dedicarle exclusividad y entrega a esos importantes.
C) Que hay que saber elegir.
D) Que no hay que encandilarse con la relevancia
E) Que la totalidad no es necesaria, si es que se sabe lo que se quiere.
F) Que Deleuze era un mal lector.

Que el respetable elija la alternativa que le parezca más apropiada, antes que aparezcan preguntas del tono de ¿Qué es lo importante? O ¿Cómo saber que es lo importante? Obviamente no entraré en esos cuestionamientos.




LA SOLEDAD Y EL COMPROMISO


En razón de lo anterior, hemos sacado en limpio que tenemos un sentimiento de querer someterlo todo y de tener una gran biblioteca, para sentir la seguridad de tener el saber a la mano, aún cuando hayamos leído tres o cuatro libros de su totalidad. Por último y para empezar a desarrollar lo que me interesa diré que hay entonces, siguiendo esta metáfora de biblioteca, tres o cuatro cosas importantes en la vida. Para mí una de ellas es la soledad. Déjese todo sentimiento relacionado exclusivamente con lo afectivo y los sentimientos lastimeros para abocarse a lo provechoso en la reflexión, del estado de soledad.
La soledad es una instancia de reconocimiento, luego de estar inmerso en un agobio de la multitud (o de la juntitud que es peor). Es un momento para sacudirte de la mugre. La soledad en estos términos no es la ausencia de todos los demás, ni el estar consigo mismo sin estar con nadie más, sino el estado de conciencia en el cual todo pende de un hilo. La propia conciencia enfrentada al mundo.
La soledad debe presentarse como un estado de reflexión sobre uno mismo y lo demás, eso que es real y eso que es inconcebible. En los momentos de reflexo-soledad se puede caer en cuenta de lo que se esconde, de la opacidad, de lo que está ahí, pero no se ve, porque la luz que está sobre lo real, nos encandila, y no deja ver nada más. La soledad es una instancia para pellizcarse y plantearse a ver eso que está en penumbras y no señalado, poder conocerlo, penetrarlo, admirarlo. La soledad insiste en la reflexión, es un instante de silencio, que te invita a pensar. Lo difícil es el silencio, el estar enfrentado a uno mismo, pues la conciencia siempre es conciencia de algo, en la soledad es conciencia de sí mismo y del mundo, en tanto objeto de reflexión. Esa disposición del ánimo y de la conexión con uno mismo, hace posible el enfrentamiento con las certezas, con las ideologías y con las creencias. Justamente eso de tener lo pies bien puestos en el cielo.
“La soledad si que es capaz de generar deseos que no se corresponden con el sentido común o con la realidad” (Roberto Bolaño, Entre paréntesis, pág. 44) ¿Para que he citado a Bolaño? Pues para representar que justamente lo que la conciencia busca en la soledad es liberar el deseo de encontrar y conocer la irrealidad. El sentido común, que es el sentido que se desarrolla sobre la base de actuar haciendo justa y precisamente todo lo que creemos, y que consta en creer todo lo que creemos, es lo que nos permite, repitiéndolo al pie de la letra, demostrar que no estamos locos, o que si lo estamos podemos disimularlo perfectamente, sin causar la menor sospecha.
La soledad provoca a la conciencia el deseo de escapar por un momento del sentido común, la soledad en tanto pedagoga nos enseña el arte de la fuga.
La soledad plantea la posibilidad de reflexión, y ofrece la pregunta ¿y si no fuera cierto? La duda fundamental, nos anima a mirar lo opaco, la bruma, nos tienta a la oscuridad, esta tentación que es inconcebible para nuestros cimientos, para nuestra certeza, para nuestra realidad. Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja a que el hombre cambie o derribe sus certezas para empezar a ver la opacidad y constatar que es muy probable haya una realidad allí. Aún así creo que comenzar, en honesta soledad a reflexionar acerca de nuestros dogmas, es comenzar el camino que tal vez algún día nos libere de ellos. “Solo un espíritu con vocación de libertad tiene el suficiente ímpetu para reconocerse esclavo” (Fernando Savater, Ensayo sobre Ciorán, pág. 61)
En cambio la relevancia es luz, es camino pavimentado, alumbrado y seguro, aunque sea pura ilusión se prefiere a una verdad no comprobada, es una cama tendida y cómoda donde esperar a que pase la vida. Esta realidad de la relevancia es tan necesaria que asusta no mirarla, no seguirla, no creerla. Otro camino es la incertidumbre misma, la perdición, la desesperación de no saber a qué atenerse.
Este momento de introspección solitaria es el momento preciso para no encontrase razón en nada. Es el momento justo para destruirse revisar las piezas que te componen y tal vez tirar unas cuantas. Para reflexionar acerca de cuanto sabes de la irrealidad, de lo falso y como eso puede destruirte y hacerte de nuevo, saltando del suelo firme a lo oscuro, a lo opaco, a lo temido, a lo basureado, a lo profundamente incomprensible por su aparente falsedad, que es más bien desconocimiento.
Es un momento a estar a solas con la conciencia, pues es el yo enfrentado a ti mismo, es un instante de reflejo y ver cuanto de tu corpus es invisible, cuanto de lo que está alrededor es falso y siempre lo ha sido a la vista de todos: lo más probable que tu camino y tus manos. Es difícil ponerse en esa actitud de destructiva honestidad pues es un estado de reflexión crítica a lo que guardas, cuidas y resplandece como un tesoro.
La soledad se presenta muchas veces y con estos elementos, en un momento de auto-creación (auto-poiésis), es un momento musical, intuitivo, se reconoce el ritmo interno del pensamiento. La soledad, como decía el viejo Ciorán, “no te enseña a estar solo, sino a ser único”, a robarle algunos secretos a la muerte. Pedagoga también de la maestría en nostalgia, en eso de recorrer cada día el camino de la gran nostalgia, hacerlo tuyo, ser la nostalgia misma, para caer en cuenta que es pura ilusión del pasado y del futuro, y que lo verdadero es el presente, y que el presente no es más que azar, agobio, vértigo, elección y honestidad.
Una nueva mirada para la interpretación de la realidad es la vocación de la filosofía y parte, para mí, sobre la hipótesis de la soledad, de la soledad discursiva, podría decirse; de la propia conciencia ante el mundo. Esta soledad reflexiva sostiene también algo que es fundamental de comprender para entender esta reflexión: soledad en el sentido de que tu discurso no sea, por fuerza ni imposición personal de un grupo al cual se representa como salvador o caudillo. No imponerse en el discurso como la voz de los que no tienen voz; tal es la vocación del político, del profeta, del demagogo, no la del filósofo. He de desconfiar profundamente de quienes hablar por el bien y en nombre de la Humanidad. El nosotros suele ser sospechoso. La vocación de salvador es temer.
Cien solitarios reflexivos no forman un grupo y lejos del egoísmo, más bien la ausencia de un mismo objetivo (léase revolución, eugenesia, exterminación, dictadura o democracia). Es tal vez una intención fundamental de humildad y de respeto, si los otros no pueden elaborar un pensamiento o una certeza, peor. Pero mucho peor es la imposición. No acabo de entender ni de confiar en el representante de los demás. Me parece una sanidad mental no actuar animado por el imperativo por ser el caudillo, el portavoz de los que no tienen voz, el salvador.
La vocación del caudillo es patológica, es dictatorial, insana. Querer representar a la masa en un discurso homogéneo con elementos necesariamente representativos para todos y cada uno de los integrantes, con amigos y enemigos comunes y estos orientados todos a un mismo fin, no puede acabar en nada bueno. Los caudillos nos hacen enemigos de sus propios miedos y de sus alucinaciones paranoides.

LA DESVINCULACIÓN

La reflexión acerca de la opacidad promueve la búsqueda de la certeza personal, distinta a la propuesta que juzgamos ilusoria, básica, común, del sentido común; promueve una reflexión acerca de un nuevo modelo de interpretación de la realidad. Lo señalado es la creencia, sobre la base de la cual se asienta la creencia histórica, el mantenimiento señalado de un tipo de interpretación de la realidad. Ahora bien, con el advenimiento de lo que entendemos hoy por postmodernidad, y la caída de los meta-relato, la intelectualidad actual pretende buscar en la opacidad un nuevo discurso lúcido. La filosofía postmoderna de la disgregación revela una dispersión y una búsqueda de un nuevo camino pero en tanto oposición, ya sea por oposición o aburrimiento, a lo señalado y no necesariamente por la búsqueda de la Verdad o de la “realidad verdadera”, pues una misión de esas características en nuestra época, está destinada inexorablemente al fracaso y todo filósofo es hijo de su tiempo, aunque algunos hayan dicho nacer póstumos. La lucidez de la búsqueda en un camino en la opacidad, es básicamente percibida en sociedad como un agnosticismo, escepticismo o ateísmo recalcitrante.
El bombardeo de la ilusión en el mundo de la postmodernidad es lo único real y ha hecho al hombre definitivamente perder el camino, extra-viarse, (salirse, perder la capacidad de darse o encontrar el camino) des-encontrarse, (perderse) des-vincularse (romper concientemente el vínculo fundamental) su finalidad ya no es él mismo en tanto hombre, sino una ilusión. Niega su esencial apertura ala verdad y se manifiesta así el proceso de desvinculación fundamental, con la realidad, con la verdad, con la vocación fundamental de su existencia; ahora solo le interesa la ilusión, lo contingente, lo vano, lo mediático, lo inmediato. Es menester para estos efectos no identificar el trascendental-abstracto-absoluto (Dios) con la verdad.
El hombre ya no busca la verdad, sino lo útil y no cualquier útil, sino el útil del cual pueda desvincularse sin problemas, busca el útil desechable. Así, se deja tranquilamente llevar por la ilusión a sabiendas de que es lo contrario a la certeza, que es pura quimera. El ser y estar en el mundo se ha tornado de tal manera que se niega a la búsqueda de la verdad porque eso lo hace comprometerse, vincularse con lo esencial, que le hace reconocerse así mismo, reflexionar, encontrarse, en la insoportable instancia de la soledad, en la vinculación consigo mismo. Es imposible que se atreva a mirar a la opacidad, es el terror absoluto. Las creencias acerca de la postmodernidad versan acerca de la utilidad de la ilusión para el hedonismo (cuestión fundamental en la sociedad postmoderna: todo debe servir necesariamente para algo, la reflexión y la filosofía están desterradas, pues dan una respuesta inconcebible a la pregunta fundamental postmoderna ¿y para que sirve?) la filosofía nunca se podrá jactar de su utilidad, es por esencia inútil, pero a la vez y paradójicamente el más necesario de los saberes. En razón de lo anterior, esta reflexión, esta soledad y este compromiso son inútiles y que nadie se espante.
El que quiera algo útil, que se compre una llave inglesa.
LA CORUÑA, INVIERNO DE 2006

“LAS CRÓNICAS DE LEWIS. EL DESAFÍO DE SER LEALES”


Santo Tomás Los Ángeles, en su continuo y sistemático esfuerzo por entregar a sus alumnos, profesores y comunidad social en general una formación académica general y transversal, es que invita a participar a toda la comunidad angelina, en las actividades culturales (todas ellas gratis) organizadas en el contexto de la Semana de la Cultura.

La semana cultural, es la culminación del tema cultural trabajado durante el año académico en nuestras instituciones de educación. Desde el año 2004, se ha venido trabajando en el ánimo de promover los valores y el desarrollo de las virtudes del humanismo cristiano, contenidos en obras literarias universales. Desde un trabajo pedagógico para promover el mensaje espiritual para la existencia humana contenido en “El Principito”, pasando por la amistad, contenido en “El Quijote de la Mancha”, la verdad contenida en la obra platónica respecto a la vida de Sócrates, y este año lealtad en la obra de C.S. Lewis, reconocido por los 7 libros de “Las Crónicas de Narnia”.

Entendemos la lealtad como un buen hábito, que consiste en una natural honestidad, fidelidad, veracidad y compromiso consigo mismo y con los demás. Por el hecho de ser la persona un ser social, es que desarrolla por naturaleza una inclinación a la convivencia humana, la cual no sería posible si es que los hombres no se pudieran fiar unos de otros –nos indicaba nuestro santo patrono en la Suma Teológica- en definitiva, nuestra visa afectiva, familiar, laboral y social, no sería posible si es que no fuéramos fieles a la búsqueda natural de lo verdadero, lo real, lo perenne; ya que hombre busca esta certeza que le permite saber a que atenerse frente al mundo, y a las demás personas.

El desarrollo de las virtudes humanas, como la lealtad, suponen un apego a la ley natural: al contenido moral de la naturaleza humana. Son hábitos bondadosos y operativos, que perfeccionan a la persona humana y le hacen ser más propiamente persona. La educación integral a través del desarrollo de las virtudes, permiten al hombre desarrollarse en plenitud, ser feliz, ser más libre, y le disponen a cuatro acciones, que a mi parecer, son el fundamento de toda educación que se precie de tal: conocer la verdad, contemplar la belleza, hacer el bien voluntariamente y amar honestamente.

En razón de lo anterior, las instituciones Santo Tomás de Los Ángeles, desde el 08 al 12 de Octubre, organizan una serie de actividades en el contexto de la semana de la cultura 2007, “LAS CRÓNICAS DE LEWIS. EL DESAFÍO DE SER LEALES”, que permiten que sus alumnos y los angelinos de buena voluntad, conozcan y se impregnen de nuestro sello, de nuestro estilo de educar y se integren en un espíritu de amistad (que implica en sí misma la lealtad) y alegría a la familia tomasina.